Tres hombres en una barca, es el título de un relato humorístico, de finales del siglo XIX, escrito por Jerome K. Jerome acerca de unas vacaciones por el Támesis, entre Kingston y Oxford. Pueden leerlo AQUÍ si quieren pasar un buen rato. Es un relato corto y muy fácil de leer.
En l'Horta Sud, también tenemos relatos humorísticos, en este caso, de color negro, también protagonizados por tres individuos esperpénticos que navegan también en la misma barca, pero con otras connotaciones circenses.
Chiste
Ocurrió una situación absurda en la que tres vecinos de Albal, Catarroja y Massanassa, juntando entre todos un poco de dinero, habían comprado una barca vieja en el puerto de Catarroja y, tras repararla, por fin habían quedado para pescar antes de la barrancada del 29-O en la albufera.
Estando ya encima de la barca, en mitad de la albufera, el vecino de Albal, tan bien intencionado como impulsivo, saca de su mochila un taladro a baterías y comienza a taladrar el suelo de la barca, desde dentro, para reparar una madera que acababa de ver que no estaba muy bien y que, según él, había que cambiar.
Obviamente, ante semejante postura temeraria, los otros dos navegantes se tiraron encima de él a quitarle el taladro, sorprendidos por semejante conducta. Tras quitarle de las manos el taladro, recuperando el aliento, uno de ellos le increpa: "Pero, ¿tú estás loco o qué? ¿Cómo se te ocurre taladrar el suelo de la barca estando en medio de la albufera?.
A lo que el de Albal responde: "Vamos a ver... ¿No hemos comprado esta barca entre los tres? Pues entonces a cada uno de nosotros nos toca un trozo y yo con mi trozo puedo hacer lo que me de la gana.
Yo la hago más gorda
Pues bien, esta esperpéntica situación del taladro en la barca, en mitad de la Albufera de Valencia, ha sido sobrepasada por tres amigos, que en realidad son antagonistas políticos obligados a convivir a la fuerza: el alcalde por el PP de Albal, D. José Miguel Ferris Estrems, Dña. Lorena Silvent, alcaldesa de Catarroja, alcaldesa por el PSOE de Catarroja y D. Francisco A. Comes Monmeneu, alcalde del PP por Massanassa.
La diferencia con el chiste es que ahora ya no estamos en un chiste, sino en la realidad, y el comportamiento, en lugar de estar regido por el sentido común, está regido por una especie de locura colectiva masoquista en la que si uno se dedica a dispararse tiros en el pie, haciendo agujeros en el casco de la barca, los demás, no sólo no le dicen nada, sino que sacan un berbiquí aún más grande y se dedican a hacer mayores agujeros y además, los protegen para que nadie pueda deshacerlos posteriormente.
Y claro, la historia ya no puede acabar bien porque están obligados a convivir en la misma barca de l'Horta Sud; en contra de su voluntad y además no se llevan bien; por lo que cada uno va a su rollo, intentando profundizar los agujeros que dejó la barrancada en cada trozo de la barca; en este caso, término municipal.
Y todo esto habiendo firmado los tres alcaldes, el pasado 25 de abril de 2025, un convenio con el ministerio de Vivienda y Agencia Urbana, en el que los tres alcaldes han recibido casi 400.000 € para dotarlos de los recursos necesarios para actualizar sus agendas urbanas y adaptar sus planes urbanísticos para construir más y mejores viviendas adaptadas a los creyentes del cambio climático antropogénico.
No sabemos en qué se habrán gastado ese dinero, pero en reunirse para cambiar y adaptar los PGOU de los municipios para minimizar los efectos de la siguiente barrancada, entiendo, por sus actuaciones externas, que no. A pesar de haber recibido 400.000€ precisamente para ello.
Así, si observan el comportamiento del alcalde de Albal, así como de la alcaldesa de Catarroja, o su homólogo de Massanassa, podrán ver el desatino con el que toman unas decisiones de manera compulsiva:
El trozo de Albal
El alcalde de Albal tiene varios agujeros en su barca que no tapa, como el pozo de la Rambleta, en mitad de la Rambla de Pelayo, muy deteriorado por la avenida de agua y que, varios meses después, todavía sigue sin derruirse, al igual que la empresa Cárnicas Cervera y otros locales similares circundantes como el restaurante "El anzuelo" o la caseta de transformación de media en baja tensión, si bien estos, están técnicamente en el término de Catarroja.
Lo mismo pasó con el supermercado Aldi, al que, inexplicablemente, se le concedió permisos de obra justamente en la confluencia de los dos flujos más potentes de la inundación que son los que correspondían a la masa de agua que bajaba desde el interior oeste y la que se unía de la avenida Rambleta y cuyos destrozos se han visto tan claros en todos los solares circundantes que han sido derruidos.
Pero a pesar de tener estos agujeros para tapar, el alcalde se empecina en hacer nuevos como el edificio que está construyéndose a toda velocidad en el mismísimo Camí Real, al lado mismo de la Rambla de Pelayo, disminuyendo la luz de la rambla, a propósito. Ni qué decir tiene que adicionalmente, a la altura del instituto de Albal, se ha concedido un permiso de obras para edificar TODA una manzana en la que, en pleno paleocauce, ya se están construyendo un macro sótano más grandes que el cráter que hubiera dejado un meteorito.
Y, por si esto no fuera suficiente, adicionalmente, se pone en pleno paleocauce una zona de aparcamiento, emulando al criterio absurdo de la Sra. Alcaldesa de Catarroja. Si es que los pequeños, siempre se miran en los grandes, a los que imitan, comenzando por copiar siempre los vicios, como hacen los adolescentes con el fumar o el beber de los adultos.
Mención aparte tiene la cantidad de adosados que proliferan como setas, entiendo que debido a las humedades subterráneas del paleocauce.
El trozo de Catarroja
Y he aquí que alcanzamos el zénit del despropósito. La Sra. Alcaldesa de Catarroja no sólo era inconsciente de los obstáculos artificiales que existían en el pueblo en el caso de avenidas, sino que cuando el agua marcó claramente los puntos, estos se han vuelto a reconstruir peor que como estaban antes. Así, tenemos el muro del parque de Barraques, el aquaparking de Pelayo, que ha pasado de ser un solar rústico donde abandonar a más de 200 coches para pasar a ubicar ahora más de 350 y además, se ha vallado para que, en la siguiente avenida, las vallas permeables que van a colocar en la V-21 se taponen con la estopa formada por las vallas de Pelayo más la cañas e inmundicia que les acompañe. Y por si fuera poco, se hace otro agujero en la barca tapando la rambla con piedras.
Tiene también agujeros que tapar como el derribo de lo que ha quedado del restaurante "El anzuelo" que durante muchos años era el "Arantxa 2". O como el traslado urgente del transformador eléctrico que está en mitad de la rambla de Pelayo y que debe de ser enviado a otro lugar mucho más seguro y ubicado en alto.
Y si creen que esto le importa lo más mínimo al ayuntamiento, pueden escuchar la contestación de la alcaldesa de Catarroja cuando se le dice a la cara estas verdades del barquero.
Todo menos hacer lo que toca. Ni saldremos más fuertes, ni saldremos mejores. Hay que seguir el consejo de los expertos.
El trozo de Massanassa
Está bien rehacer la pasarela peatonal y de bicicletas, pero si no se baja el nivel del suelo del barranco para que la siguiente riada no suba tanto el nivel del agua como para poner en peligro el paso del tren y tener que gastarse millones en rehacer la infraestructura ferroviaria, además de la peatonal... igual no estaría mal tampoco.
Lo mismo podríamos decir que la reconstrucción del puente que une Catarroja con Massanassa, que se ha durado cuatro meses y en la que se ha invertido más de medio millón de euros para dejarlo impecable a poco más de cuatro meses para el siguiente 29-O. La alcaldesa de Catarroja, Dña. Lorena Silvent, no sólo ha consolidado el tapón que inundó el Camí Real en la anterior barrancada, sino que, además, tiene la intención de declarar el puente como un BIC para su su protección patrimonial.

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