Tapando vergüenzas

 

Frente a esta foto de la vergüenza, que data de las fiestas patronales en septiembre de 2022, hace ya la friolera de DOS años, analizada aquí, el ayuntamiento no ha tenido más remedio que actuar para que no vuelva a repetirse, una vez más este año. Repito, llevamos más de DOS años, con una plaza que debería de ser emblemática, en esta penosa situación, camino de alcanzar las MIL Y UNA NOCHES dando vergüenza ajena.

En lugar de acabar las obras en los nueve meses anteriores que llevamos soportando la Plaza Mayor del pueblo patas arriba al estilo HollyWood: todo a la vez y en todas partes, Fray Martinus ha tenido otra brillante idea consistente en tapar las vergüenzas a las que nos somete, en lugar de enfrentar la finalización de la obra, que es  lo que cualquiera habría hecho en su casa antes del verano.

Y para que no se repita de nuevo la foto que da origen a esta entrada, este año, ha tapado todo el sistema de circulación de aguas del estanque de los partos, que no de los patos, porque va a tardar más de 9 meses en ver la luz, en la Plaça Major que, a este paso, acabará siendo plaça menor.

Siguiendo su demostrada experiencia en tapar vergüenzas, se ha seguido aplicando la misma receta y se ha tapado a conciencia con una lona negra para que no se note que está todo todavía por hacer, en lugar de acabar arreglándolo todo para estrenarlo y que esté listo para las fiestas mayores del pueblo.

Este es el reconocimiento tácito de la inutilidad de una empresa incapaz de gestionar la reparación de un estanque más pequeño que muchas de las piscinas de sus vecinos. Meses y meses en los que se ha notado el poder de gestión y la capacidad de supervisión de obras del ayuntamiento, cuya chapuza añade un tono aún más negro a la plaza del Funeral.

Y para evitar el niño de la foto poniéndose en claro riesgo de coger unos tétanos del tamaño de un caballo, este año, se han puesto unas vallas que rodeen el perímetro, añadiendo ese toque adicional de obras permanentes a las que tan acostumbrados nos tiene Jack Martin, el enterrador de estanques de Catarroja. Vallas que también pone alrededor de Manolito, que lleva esperando que le rematen lo poquito que le queda desde antes del verano. Unas vallas intermitentes que se ponen y se quitan en función de las fotos que los vecinos puedan sacar en las redes sociales.

Unas obras que nos han costado casi tres cientos mil eurazos y cuyo metro cuadrado de obra realizada rivaliza con el metro cuadrado de las zonas más caras de Catarroja, tal y como el desvencijado y maltrecho cartel todavía puede anunciar a duras penas después de tantos meses de obras y retrasos.


El ayuntamiento vuelve a suspender en septiembre por mal estudiante y por no haber hecho los deberes durante el curso.


 

 

 

 

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