Plaza del FuNeral de Catarroja

En Catarroja hay una plaza que se denomina del Fumeral, en honor a una chimenea (Fumeral) que perteneció hace mucho tiempo a una fábrica de ladrillos que estaba ubicada en esa zona.

Propongo resignificar la Plaça Major de Catarroja por la plaza del FuNeral de Catarroja. A tenor de las últimas modificaciones estéticas realizadas en la plaza, tal vez se debería replantearse la verdadera intencionalidad del consistorio y poner las cartas boca arriba, sobre la mesa.

Todo comenzó hace años, cuando eliminaron unos naranjos raquíticos que medraban como podían en las hostiles condiciones a los que los sometían desde del ayuntamiento.

Tras eliminar cualquier resto de vida que quedara en la plaza, salvo la cara este, estos huecos delataban, con elocuencia silente, la desidia del ayuntamiento. Es por ello que hubo que sustituirlos por unos epitafios cursis, a modo de sarcasmo vengativo de Jack el enterrador, cuya encomiable virtud y obsesión personal es sepultar cualquier tipo de belleza con toneladas de cemento o tierra, según convenga a sus pérfidos intereses.



Este gesto torpe no pasó desapercibido al vecindario que, con malestar más que justificado, también protestaba de forma silente.


Coherentemente con la línea fúnebre que había inaugurado tan pérfido personaje y visto que su actitud había sido denunciada con acierto, Jack aceleró la agenda prevista antes de que la ciudadanía se diera cuenta de lo que estaba pasando. Para ello, ideó un maquiavélico plan desde las profundidades de su lóbrego despacho en el tercer sótano del ayuntamiento, junto a las sórdida sala de máquinas, desde el que planea su personal estrategia, tocando el órgano mientras destroza parques y jardines con el espolón de su particular Nautilus.

Allá en su profundo y oscuro despacho, maquinó un plan irrevocable, que la ciudadanía no pudiera deshacer. Una política de acto consumado que impusiera su particular y oscura estética.

Así, lo siguiente que hizo fue eliminar cualquier atisbo de luz que quedara en el Manolito aprovechando unas supuestas obras de restauración, que sirvieron de coartada para ocultar la verdadera intencionalidad que era convertir la antaño columna de luz empobrecida y desvencijada

en una columna fúnebre, negra y sin luz.


Y mientras alcanzaba tan pérfido objetivo, en lugar de haber puesto la zona logística de obras en cualquier lugar árido de la plaza para que los niños pudieran haber seguido jugando en lo que quedaba de un triste parquecito con columpios desvencijados; su imaginación prolífica brilló en la oscuridad y decidió eliminar por completo hasta los últimos restos que pudieran atraer vida humana en forma de risas de niños a tan triste plaza.

El antaño parquecito se convertiría, mientras duraran las interminables obras de la plaza, que serían al final muchos meses, en la zona logística de todos los trabajos que se le ocurriera realizar en la plaza. Y créanme, entre los muchos días en los que no había nadie trabajando y la cantidad de pequeños detalles que había que retocar de la plaza por haberla dejado prácticamente sin mantenimiento durante años, la cosa duró meses y meses.


Siguiendo escrupulosamente su maquiavélico plan, y tras haber acabado con los naranjos valencianos, la temperatura de la plaza ascendió; tal y como ocurrió en el camí real, la arteria principal de Catarroja, eliminando el antaño frondoso bosque de árboles.

Este aumento de temperatura dio pie a Jack a afirmar que la culpa no era del chá-cha-chá, sino del cambio climático. Cambio al que él había contribuido quemando cantidades ingentes de CO2 para poder realizar todas esas "transformaciones" que tan dado era a vender como ecosostenibles.

Acorde con el estilo tétrico de la plaza, se  rodeó también de un lúgubre vallado negro de protección a la caseta del ascensor por donde emergía a la plaza. Caseta hecha de brillante acero inoxidable que recordaba las frías y asépticas morgues donde se almacenan los cadáveres a la espera de realizarles la autopsia.


Y en el límite de la cursilería que caracteriza a este consistorio controlado por la izquierda caviar y ecosostenible resiliente de salón con aire acondicionado, no se le ocurrió a semejante personaje que impostar unas pérgolas de hierro, también de color negro, a conjunto con el resto de la simbología empleada en la plaza, como el alcantarillado negro de superficie.

Sin duda que este cambio estético será bien acogido por la residencia de ancianos, cuyos huéspedes serán animados por estas "mejoras" en los últimos años de sus vidas.

Recomendamos al ayuntamiento que, siguiendo con las líneas maestras con las que se ha remodelado y resignificado la plaza, se le denomine, a partir de ahora, la plaza del FuNeral.

Así mismo, animamos desde estas líneas a que los servicios funerarios de Catarroja abran una sucursal en la plaza cuya estética realzaría su negocio y cuyo negocio, complementaría la estética urbana consistente con las intenciones reales del ayuntamiento.

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