Ecologetismo

 

La madre Naturaleza ha hablado

El ecologista, está en contacto con la Naturaleza, a la que dice "escuchar" y con la que intenta entrar en armonía. Pero eso no quiere decir que haya escuchado realmente a la naturaleza. Y caso de que la haya "escuchado", tampoco significa que la haya entendido. Y caso de que la haya comprendido, a lo mejor, sus intereses particulares interfieren con el mensaje y antepone sus "necesidades", o su criterio ideológico, a la realidad, intentando imponerse y someter insensatamente la realidad a su peculiar marco ideológico.

Ante todas estas vallas interpuestas en la armonía ecológica de la humanidad, no podemos por menos que mirar con recelo a todos aquellos iluminados que pretenden convencernos de que hablan en nombre de la diosa Gaia, como si se tratara de nuevos profetas y augures. Porque la naturaleza se ha convertido en el centro de la nueva religión de estado llamada eco-feminismo; con sus dogmas de fe como el origen antropológico del cambio del clima que se asume inmutable y que no ha cambiado a lo largo de la historia de la humanidad, los derechos de los animales o la visión Disney de la naturaleza.

Así las cosas, deberemos siempre guardar prudente distancia por quienes se arrogan a sí mismos la representación y la voz de la naturaleza. A estos que se autoproclaman como ecologistas, sin que haya ningún título, estudios, profesionales, ni prueba objetiva de validación que lo confirme, deberíamos llamarles en realidad ECOLOJETAS.

Suelen presentar un convencimiento tan arraigado en su portavocía ecologista que proyectan en los demás su paranoia en un fenómeno expansivo que arraiga en la buena fe e ignorancia del pueblo que les cede su representación y poder, convencidos por el aura de la seguridad mesiánica característica. Como buenos marxistas, los sueños de sus razones producen monstruos con consecuencias terribles para el propio pueblo al que dicen representar y defender.

Siguiendo la estela de la más rancia y ortodoxa picaresca española del siglo XVII, en muchas ocasiones, estos ecolojetas no son mas que nidos de advenedizos que medran donde los flujos de dineros públicos riegan generosamente las ubres a las que, con un olfato privilegiado por la madre naturaleza, no dudan en detectar y succionar con fruición mientras la leche presupuestaria mane en abundancia. 

Cierto, también me pueden echar en cara que existen otras ubres feministas plagadas de feminijetas; ubres nacionalistas plagadas de pulgones parásitos nacionalijetas; sindicalijetas, educacionijetas y tantos jetas a los que tendríamos que dedicar una entrada particular. La tendrán.

Volviendo al tema de los ecolojetas. A estos se les puede detectar a la legua por un tic muy característico que permite su detección precoz con el fin de que el potencial parasitado pueda prevenirse ante el intento de succionarle sus impuestos:

  1. Suele tener una mentalidad de izquierdas, por lo que en España suele estar vinculado a cualquier grupo ideológicamente a la izquierda del PP, incluyendo al PoPó de 2025 también.
  2. Es una ideología. Es decir, una ficción, una entelequia. Como se dice cursimente ahora en neolengua: un constructo mental. Por lo tanto, cualquier parecido con la realidad, suele ser pura coincidencia. Por lo tanto, sus propuestas suelen ser estrambóticas.
  3. Es un adorador de la nueva religión de estado denominada eco-feminismo. Suele ser un converso sandía porque antes era rojo (comunista, ahora llamado "progresista" en la neolengua del régimen) y ahora es verde (ecologista en neolengua). Y por ello, ahora se cubre de una capa verdosa para disimular, pero sigue siendo rojo por dentro. De ahí su nombre: sandía. Cuidado porque tiene unas pepitas negras que hay que evitar y por medio de las cuales se reproduce y esparce su ideología por doquier: en los colegios, en los planes de estudio, en charlas generosamente sufragadas por tus impuestos...
  4. Suele sobreactuar porque ni él mismo se cree lo que dice. Así, puede pintar pajaritos y plantitas por doquier porque lo que importa es aparentar, parecer ecológico.
  5. Dice la escritura que "por sus hechos los conoceréis", Mt 7, 16. Así, a la menor oportunidad se les ve las pifias propias de unas tropelías generadas por una actitud soberbia cuyo atrevimiento sólo es superado por su ignorrancia; sí, con dos erres.
  6. Se les suele identificar por el uso desmedido de vocablos completamente alineados con la agenda marxista 2030 como, por ejemplo, cambio climático, sin especificar nunca que no tiene origen antropogénico, DANA, calentamiento global, animalismo, ecosostenible, ecofeminismo y tantos otros.

En los últimos años, un falso ecologismo que se proyecta en las fobias personales contra los coches en un falso dilema marxista de lucha de la clase conductora contra la clase peatonal.

En este sentido, se ha expulsado del pueblo a todos los conductores que se ha podido a descampados, pero del pueblo de al lado, porque en el nuestro ya no tienen cabida.

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