En la calle Paluzié se encuentra la biblioteca municipal y es una calle emblemática de Catarroja en la que además, no hace ni un lustro, dentro del Plan de Inversiones 2020-2021, se gastaron 370.415,61€ en peatonizarla y Robin MartHood se encargó personalmente de quitar TODAS las plazas de aparcamiento que en ella había. Luego solucionará el problema de falta de estacionamientos pintando de naranja las escasas plazas que se hayan salvado de su destrucción. Al menos no pintará más pajaritos.
Pues bien, desde entonces, fieles a su política de grandes obras que se abandonan sin mantenimiento posterior hasta que se caen por pura indolencia y falta de atención, el mobiliario urbano de la Calle Esteve Paluzié está pa' lucirse de lo deteriorado que está.
Porque estos supuestos sillones, cuya comodidad es disuasoria, están situados al borde de las "aceras" no para servir de cómodos asientos y facilitar el diálogo a la ciudadanía, sino que tienen la función real de bolardos, evitando así entrar en el contrasentido de estar eliminándolos en otras partes del pueblo, por no ser inclusivos, mientras los ponen, en forma de supuestos asientos, en otros.
En lugar de gastarse un poco de dinero de vez en cuando en mantener el mobiliario urbano, repintarlo, cambiar el deteriorado... simplemente se deja languidecer hasta que ya sea más conveniente arrancarlo y sustituirlo porque no valga la pena ni repararlo. Es el estilo faraónico cuyo estilo es ir de actuación grandiosa en renovación faraónica que justifique una nueva salida en la escena pública de los medios de propaganda de Lorenopatra I, la faraona de Catarrojix.
Y mientras tanto, durante meses, la ciudadanía teniendo que soportar protecciones que ya no protegen, papeleras borrachas...
Asientos oxidados que dan la sensación, a quien ose sentarse ahí, de que van a acabar sentándose en el suelo...
Sillones que parece que más que invitar a sentarse, nos incitan a bailar un break dance.
Un mobiliario que se puso a ras de la superficie de rodadura de los vehículos a modo de bolardos, pero que pone en peligro las piernas de los temerarios que allá osaran sentarse y estirarlas.
Comentario
No es costumbre de este blog aprovechar un hecho fortuito y esporádico, fruto de la acción irresponsable de una parte minoritaria de la ciudadanía, para arrojarlo inmediatamente contra un ayuntamiento que, típicamente no es el causante directo del estropicio, si bien tiene la obligación moral de arreglarlo.
Más bien se concede un tiempo de cortesía que, en nuestra opinión, debería ser más que suficiente para darse cuenta del estropicio y después, planificar con tiempo su resolución, con una pronta actuación que mantenga el servicio la mayor cantidad posible del tiempo y lo reponga a la mayor brevedad a sus niveles anteriores al estropicio.
Es por esto que, en estas páginas, nunca aparecerá una denuncia de una situación inmediatamente de producirse, salvo que el hecho haya sido consecuencia de la mala actuación en los días, semanas o meses previos del mismo ayuntamiento que ha generado el problema.
En este sentido, ya hace meses que tocaba hacerse eco en estas páginas de otro desagradable episodio del modus vivendi de este consistorio que típicamente en mantener un mantenimiento reactivo y pasivo en lugar de uno proactivo.
A este comportamiento hay que añadirle que este mantenimiento reactivo
se prioriza, no en función de las necesidades reales del pueblo, sino en
función de la intensidad de la denuncia en redes sociales. Como eso les
ataca a la reputación, de la cual ellos sacan tajada a través de los
jugosos sueldos que ellos mismos deciden otorgarse, a eso sí que le
prestan atención.
Este ayuntamiento NO dedica el esfuerzo a salir del despacho con aire acondicionado y patearse TODOS y CADA UNO de los meses del año TODO el pueblo y TODAS sus calles, para confirmar que se están realizando las modificaciones pertinentes, que las quejas recibidas son tales y merecen ser arregladas o anticiparse a las quejas arreglando las infraestructuras antes de que se deterioren de tal modo que ya constituyan un problema de seguridad para los ciudadanos.
En lugar de eso, nuestro ayuntamiento espera pacientemente en sus despachos con poltronas y aire acondicionado a que seamos nosotros los que, además de proveer de fondos públicos, sacados de nuestros bolsillos privados, les detectemos los puntos calientes para que ellos envíen a los trabajadores de las contratas a hacer el trabajo duro.
En fin, una desgana en el mantenimiento de un mobiliario que ha costado mucho dinero de comprar, transportar y colocar, para que luego quede deteriorado a la vista de todos los que pasan por allí diariamente desde la estación camino de La Florida y Paluzié además de los vecinos que cruzamos por sus calles mientras vemos, poco a poco, languidecer calles que deberían ser emblemáticas y que resaltan no por su belleza, sino por su decadencia. Todo un símbolo para el pueblo. Si esto hacen con lo que se supone que miman, ¿qué harán con el resto?
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