Es curiosa la operación propagandista de un ayuntamiento ya instalado en plena campaña electoral, al igual que su líder supremo, el dr. Sánchez. Otra entrega del capítulo anterior en el que se repartía panem et circenses.
Si realmente quería hacer algo por el pueblo, en lugar de pasearse por el pueblo, un año después, podría haber comenzado por denunciar al Sr. Alcalde de la Pipí, el Sr. D. José Miguel Ferris, hace meses, por dar permisos de construcción a especuladores inmobiliarios que no viven en Albal, pero que no han dudado en construir viviendas en pleno palelocauce donde se desaguan todas las aguas vertidas entre Albal y Catarroja.
Comenzar con el proceso de desafectación de esos terrenos habría sido un buen comienzo. Comienzo que a estas alturas no sería más que un torpe parche de quien carece del liderazgo necesario para poder tomar las riendas de un poder que ya sólo puede simular.
Entre el terreno que ya no drenará agua nunca más, junto con los muros de frenado de los flujos de agua que representan los fincorros que están construyendo como si no hubiera un mañana, la próxima vez, tendrán que escuchar a los vecinos decir que allí ya no se alcanzaron los tres metros, sino que subirán a cuatro.
Una paralización cautelar de las obras por parte de una petición de la Sra. alcaldesa de Catarroja habría sido un verdadero gesto de compromiso. No hacerlo la convierte en cómplice de facto de una operación que va en contra de todo lo ocurrido, de toda lógica y levanta sospechas acerca de si los implicados en esta operación especulativa han engrasado la maquinaria consistorial para que la operación fluya sin ruidos mediáticos ni rozamientos legales.
Pero la misma Sra. Alcaldesa de Catarroja, que rivaliza con D. José Ferris en su coto, cierra el tándem junto con el Sr. Alcalde de la vecina Massanassa, formando entre los tres el trío calavera que entre todos nos van a hundir aún más en la siguiente barrancada.

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