Tapas ricas en hierro

A pocos pasos del centro de poder de Catarroja, se encuentran ya los primeros especímenes de tapas, ya con valor arqueológico por el tiempo que llevan colocadas y que, a duras penas, intentan sobrevivir en una oxidación tan agónica como inexorable.

Agradecemos desde estas líneas, la labor encomiable de un ayuntamiento dispuesto a resistir a cualquier tentación de cambiarlas y así, modificar el legado histórico de todo un pueblo. Algo que, por lo visto, no parece importarle en otros ámbitos, como el cementerio.

En octubre de 2023, ya se avisó del lamentable estado de las tapas de alcantarillado, de la luz... que ha habido endémicamente en el pueblo y en concreto, la lamentable y desastrosa situación a la que se somete el Camí Real, arteria principal y emblemática de Catarroja. Sin embargo, no es el resultado de una extraña fijación del ayuntamiento con la arteria principal del pueblo, sino que se engloba dentro de una dejadez general a la que somete a toda la villa.

En octubre de 2024, un año después, cuando te pones a caminar por el Cami Real de Catarroja, sí miras al suelo, podrás encontrarte con muchas tapas de la luz, de comunicaciones, de alcantarillado... de plástico y de metal.

Especialmente chocante es la cantidad de tapas de alcantarillado de metal que están corroídas. Casi una docena de tapas. Sí has leído bien: casi una docena de tapas. Cada una de las fotos que se adjuntan debajo corresponde a una tapa diferente. No son fotos desde distintos ángulos de la misma tapa. No. Son diferentes. Y si no te lo crees, te invito que te pasees por las dos aceras del Camí Real y lo compruebes tú mismo, con tus propios ojos.

Sin duda que la culpa será de los gases sulfurados que emite la materia en descomposición que circula por las alcantarillas. Pero la culpa nunca soluciona los problemas y casi siempre es la escusa de quien intuye que la responsabilidad de eso es suya y pretende echarle la responsabilidad de la situación a otro; como hizo Adán con Eva y Eva con la serpiente. Una vieja historia que siempre se repite en nuestro concejal Robin MartHood, que agazapado tras la maleza de CatarrojerWood, siempre le dispara sus flechas de culpa a la orina de los perros, una y otra vez o a quien pase por su lado.

Para llegar a este nivel de dejadez, hay que empeñarse seriamente. Una tapa no llega a este estado de la noche a la mañana. Este tipo de situaciones es consecuencia de que el responsable del ayuntamiento, y de su alcaldesa que se lo permite, no pase por la zona en años, o pase y no se fije, o simplemente que no importe el estado de la infraestructura de la cual es responsable.


Este tipo de tapas suelen ser bastante gruesas porque se diseñan para garantizar su durabilidad. Cuando una tapa llega a presentar estos agujeros, es que el grosor de la misma ya está muy deteriorado en TODA la tapa. Quiero decir, el problema más gordo de este tipo de anomalías no es el estético, sino que la tapa, en su conjunto, está bastante deteriorada y, del mismo modo que puede presentar un defecto visible en uno de su puntos, nada garantiza que el resto de la tapa no esté igualmente deteriorado. Cualquier peso de una persona media o un peso superior como el de la rueda de un vehículo que se sitúe encima de la tapa, podría romperla igualmente en cualquier momento, con el consiguiente riesgo de accidente tanto para el peatón o como para el vehículo que se exponga a este peligro.


Es curioso cómo el ayuntamiento prefiere apedazar roturas en tapas de plástico antes que cambiarlas por otras de hierro más sólidas, manteniendo la agonía de una infraestructura ya deteriorada a la que tarde o temprano tendrá que darle una solución definitiva. Es una muestra más de la actitud de un consistorio que prefiere la chapuza a la solución y que prefiere el mantenimiento reactivo al preventivo.


Tapas que se encuentran a dos pasos del ayuntamiento y de las que el mismo ayuntamiento es ignorante de su existencia. No así los vecinos que tenemos que pasar todos los días por encima, poniendo en serio peligro nuestra integridad física o la de nuestros vehículos.




Lo más lamentable de todo este asunto es la cantidad de tiempo que llevan envejeciendo estas tapas en la calle, deteriorándose, sin que a nadie del ayuntamiento parezca importarle, a pesar de que hace meses, por no decir años, la ciudadanía no para de avisarlo. Dios no quiera que tengamos un accidente grave por culpa de la indolencia en el mantenimiento generalizado del pueblo.

Una desidia que lejos de ser una cuestión estética, que también dice mucho tanto del pueblo, como de quienes lo dirigen; pone en peligro, cada vez más la seguridad de sus vecinos, entre los que incluimos, niños, mascotas, vehículos ligeros como patinetes o bicicletas u otros más pesados como furgonetas de reparto de paquetes a domicilio, coches privados o de cualquier otro tipo.

No nos merecemos un gobierno que nos trate así.

 

 

 

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