Hace tiempo, Manolito ni siquiera tenía hojas verdes, pero con el estío y el incremento de las temperaturas como consecuencia del cambio climático, le salieron unas hojas que inmediatamente se tornaron marrones justo antes de las fiestas del pueblo, quedando así de presentable.
Como era de prever, y siguiendo los mecanismos establecidos por la madre naturaleza, vinieron las primeras y previsibles lluvias de septiembre, las cuales, remojaron las hojas y con ello, facilitaron su desprendimiento.
Última hoja de Manolito intentando aguantar hasta el final
Obsérvese la fisura superior en el panel de MDF por la cual, en poco tiempo, acabará fragmentándose y cayendo irremisiblemente al suelo, tal y como lo hicieron el resto de sus compañeras bajo la mirada atenta de la alcaldesa, desde la ventana de su despacho calentito y seco que está al otro lado de la plaza. Una mirada inexpresiva e indolente; insensible con el drama que se está viviendo por parte de la ciudadanía a pie de calle.
Otro plano de la hoja desprendiéndose por las lluvias de finales de octubre.
Otras hojas pudriéndose en el interior de Manolito por las lluvias de finales de octubre.
Y finalmente, la barrancada del 29 de octubre de 2024.
Pobre Manolito.




















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