En cuanto sales de la pista de Silla y tomas el desvío a Catarroja, ya hueles al permanente y omnipresente olor. Al principio sólo era olor a barro y a humedad. Ahora se ha trucado en cieno pestilente. Las montañas de escombros que ves a los lados de la pista, no dejan de evaporar agua, tanto de día, como de noche.
No hay luz en la pista de Silla. Por lo tanto, tan pronto como se hace de noche, y en diciembre, se hace de noche antes de las 18h, se encienden las luces de obra gigantescas que alumbran a los olifantes mecánicos que deambulan empujando grandes montañas de residuos indistinguibles unos de otros e irreconocibles de lo que antaño fueron.
De las montañas de escombros, nunca deja de salir un vaho permanente, que iluminado por los focos de obra, le dan un aspecto nocturno inquietante y tétrico.
Tampoco tenemos luz en todas las calles, y en las que hay, no siempre están todas iluminadas. A veces porque falla la alimentación de toda una hilera, en otras porque literalmente han desaparecido. Antes estaban, ahora no. De las que quedan, no todas iluminan y en algunas calles, son los propios vecinos que todavía tienen coches y tienen que irse fuera del pueblo a trabajar, los que compran focos de led, los conectan en sus domicilios y desde sus balcones, nos hacen el favor de iluminar a los paseantes que osamos a caminar por las calles pasada la puesta de sol.
No han quedado comercios operativos. Están todos arrasados. Esto ha traído varias consecuencias. En estos momentos, no tenemos dentistas en Catarroja. Sólo puedes ir a cuatro bares desangelados a tomar algo. Es triste entrar en un "todo a cien" y ver todavía productos manchados de barro o barro en algunas partes de la tienda. Y gracias porque están abiertos, porque hay muchas tiendas que todavía permanecen cerradas y otras, ya no abrirán.
El limo no es microscópico, es nanoscópico, mil veces más fino que el polvo normal al que estábamos acostumbrados antes de la inundación. Al secarse, se mueve simplemente con la brisa o con el aire que mueven los coches, camiones pesados o autobuses al pasar, levantando siempre una polvareda que ya no vuelve al suelo. De eso dan buena cuenta los vecinos que viven en el primer y segundo piso, especialmente si se vive en las calles principales de mayor tránsito; especialmente si este es pesado: autobuses, camiones...
Este limo está impregnado de toda clase de inmundicias y al flotar en el aire, traslada a toda esa flora bacteriana a tus pulmones cuando lo respiras. Gracias a que vivimos en una zona litoral, la brisa marina nos mueve algo el aire y podemos algunos respirar sin muchas dificultades. Si esto hubiera ocurrido más hacia el interior, la boina de polvo que nos cubriría, haría nuestra vida algo menos soportable.
Se ha recomendado que no se hagan ejercicios aeróbicos de exterior por no llenarte el pulmón de lodo dado que el polvo en suspensión, en contacto con la humedad interior del cuerpo, vuelve a su ser inicial.
Hay gente que no sale a la calle sin sus mascarillas. Les entiendo.
En nuestro garaje de la finca, damos gracias a los bomberos voluntarios que vinieron de Zaragoza por habernos quitado el agua del garaje un par de semanas después de la riada y a la UME porque vinieron la semana pasada a quitarnos los cuatro coches que quedaron en el garaje.
Hemos tenido que ser los vecinos los que arrastráramos el lodo que quedó a una zona más baja del garaje donde yace hacinado, a la espera de que vengan a por él.
Vinieron los de la UME a retirar el lodo del foso de uno de los ascensores, pero no del otro. Dijeron que era porque allí vivía una persona con dificultades de movilidad. En nuestro garaje vive una persona que tiene más de 80 años, está en tratamientos de quimio y radio. El otro día tuvieron que traerle del hospital en ambulancia y subirle con una especie de silla de ruedas eléctrica con orugas, los cinco pisos de la finca, porque vive en el último.
El ascensor, al igual que otras muchas cosas, no funciona y no pueden venir a arreglarlo hasta que no esté el foso de nuestro ascensor limpio de lodos. Pero para limpiarlo de lodos, primero hay que sacar la puerta de entrada al ascensor que implosionó hacia dentro del foso, por efecto de la presión del agua que anegó completamente el garaje.
No nos dejan bombear a las alcantarillas el lodo de los garajes porque saturan las alcantarillas. No podemos extraer los lodos porque dicen que son tóxicos. Lo cierto es que cada vez lo van a ser más por la descomposición de la materia orgánica que llevan. Es una situación de bloqueo al que nos tiene sometida la Sra. alcaldesa, a quien Dios guarde por muchos años, pero preferiblemente fuera, muy lejos del pueblo.
A este paso, creo que nos va a salir más rentable dejarlos secar y sacarlos con pico y pala, a mano, los propios vecinos, dejándolos en un contenedor de obra.
Secado que ya está ocurriendo en las pilas de coches hacinados en las campas fuera de Catarroja. Coches que tras secarse, pueden producir chispas por las baterías que todavía estén cargadas, o por el roce de unos vehículos con otros al moverlos o por lo que sea. Esta misma noche, se ha producido uno de esos incendios de coches sin vaciar que todavía permanecen hacinados en las campas de Catarroja.
Al olor a humedad, a ciénaga que nos envuelve, ahora hay que añadirle el olor a neumáticos quemados junto con el olor a espuma de polietileno quemada de los asientos embarrados y ese olor a NAPALM tan característico de las zonas de guerra en el Vietnam. Al menos eso mitigará algo el frío húmedo que ya ha llegado para quedarse. Al perro flaco, todos son pulgas.
Seguimos esperando ver a nuestra alcaldesa pasear por el pueblo, interesándose por la ciudadanía y llenándose de barro. Entiendo que no quiera hacerlo tras ver cómo trataron a su líder supremo, el Dr. Sánchez, en Paiporta y a su alcaldesa en el último pleno.
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