Día de la eliminación de la violencia contra las mujeres en Catarroja

Celebremos el día en el que queremos alcanzar la utopía

Hoy, 25 de noviembre de 2024, el muy ilustrísimo ayuntamiento de Catarroja ha tenido a bien recordarnos, que es el día de la eliminación de la violencia contra la mujer.

¡Qué importante es esta fecha en las circunstancias concretas por las que está pasando Catarroja el 25 de noviembre de 2024!

Me acuerdo de la anciana que vivía en su planta baja cerca del mercado, que no pudo escapar de la riada del 24. Me acuerdo de los responsables de que esta riada no fuera desviada hacia el nuevo cauce el Turia, porque ni hicieran las obras hidráulicas que nos han estado sisando durante tanto tiempo.

¡Cuánta violencia!

Desde hace mucho tiempo, nuestros ineptos gobernantes nos vienen imponiendo políticas suicidas cuyas consecuencias prácticas acaban resultando en nuestro empobrecimiento paulatino. Un empobrecimiento polifacético que nos alcanza desde diversos ámbitos: desmotivación de las mujeres para ser madres que nos lleva a una nula natalidad y al envejecimiento social con la correspondiente quiebra de nuestro sistema de pensiones...

Cuando dejarse asesinar a su propia hija dentro de su vientre es la mejor alternativa para una madre...

¡Cuánta violencia!

Cuando los políticos corruptos acaban muchas veces impunes y cuando esa sinvergonzonería es estructural, eso nos hace perder eficacia y eficiencia, mal educa a nuestros jóvenes, nos elimina infraestructuras vitales para nuestra existencia en retrasos incomprensibles en su construcción, exceso de impuestos que ahogan y desmotivan a la iniciativa privada femenina...

¡Cuánta violencia! 

Cuando se sabe que este tipo de comportamientos meteorológicos ocurren en esta zona cada cincuenta o setenta años. Y sabiéndolo ¡NO HICIERON NADA!

¡Cuánta violencia! 

Situaciones como la riada de 2024 en Valencia son la prueba del nueve de que estamos en un estado fallido. Un estado que no sólo es incapaz de devolver su deuda sino que además no para de incrementarla año tras año en un afán devorador cuya justificación tiene por coartada un ficticio estado del bienestar basado en la educación, sanidad y pensiones públicas. Un estado que, en cuanto llega un arañazo a su superficie consistente en un desastre natural que sólo afecta al 0.5% de la población española, toda su enorme maquinaria y poderío se desvanece como el polvo en el que se convierten los vampiros al ser acariciados por los primeros rayos de sol del amanecer.

¡Cuánta violencia! 

Durante los tres o cuatro primeros días, sólo llegaron algunas cubas con agua potable para que la población no falleciera de sed. El gas estuvo semana y media cortado, la luz, aunque hubo sitios a los que llegó al día siguiente, una semana después, todavía había sitios en los que estaba cortada.

El ejército no apareció hasta el cuarto día, al día siguiente de la catástrofe, por la mañana ya comenzaron los primeros saqueos de tiendas y supermercados. 

La presencia policial era testimonial y estaba desbordada. Fueron los propios vecinos los que comenzaron a organizarse, conscientes de que la principal ayuda sería la propia ante la inoperancia aparente de las autoridades. 

¡Cuánta violencia!

Sí, efectivamente, hoy deberíamos unirnos para eliminar de una vez por todas a todos aquellos cuya inoperancia, ineptitud, mal gobierno y miopía han llevado a ejercer tanta violencia sobre nuestras mujeres, nuestras madres, nuestras hijas, nuestras nietas y todo lo que vendrá en los próximos años.

Celebremos. Sí, celebremos hoy la utopía en nuestra imaginación para que un día sea posible que dejen de aplicarnos su violencia sobre nuestras mujeres de Catarroja y para que algún día, también los hombres seamos merecedores de un trato equivalente al de ellas para que al fin, todos seamos tratados por igual.

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